Los eventos traumáticos están intensamente descritos y estudiados en la literatura médica, psiquiátrica, pedagógica y psicológica. Variadas suelen ser las consecuencias derivadas de estas lamentables circunstancias, alteraciones del sueño, trastornos alimenticios, cuadros de ansiedad/depresión, desarrollo de fobias, estrés post traumático y muchos más.
Atravesamos como país por una etapa de shock que intenta protegernos de la terrible realidad que nos rodea. “No todo sale en la tele”; dicen muchos vecinos afectados, siguen muchas personas desaparecidas, familias rotas, vidas destruidas. Pero poco a poco esta etapa inicial de incredulidad y sorpresa va dando espacio a una terrible situación: ¿ahora qué hacemos?, mañana, ¿qué vamos a comer?, ¿de qué vamos a vivir?...
Lo primero es sobrevivir.
Son tiempos en los que nos corresponde cuidar la salud mental tanto como la física. Limpiar, reconstruir, para poder volver a la normalidad. Necesitamos cuidar a los más vulnerables: niños, jóvenes, personas mayores, gente que no tiene fuerzas físicas para acometer esta primera etapa de limpieza en la que con cada pala de barro sale un poco de rabia y tristeza del cuerpo. Estas personas necesitan también “palear ese barro”, por ello es importante escuchar e intentar acompañar. Para los más pequeños, explicar lo ocurrido pasa por intentar que comprendan lo que ha pasado pero que sientan que estamos ahí para protegerlos, que no los vamos a abandonar y que desde luego volveremos a la normalidad dentro de un tiempo, aunque ello implique algunos cambios.
No pasa nada por llorar.
El llanto es la expresión de varias emociones y si lo que te apetece es llorar: llora, permite que esas emociones se expresen. No pasa nada si los niños nos ven llorar, podemos llorar todos juntos: nos ha pasado algo muy grave y es normal que nos sintamos rotos. Ante el horror de la tragedia, la falta de ayuda, la sensación de abandono… la vida sigue y se abre camino. Corresponde a los sobrevivientes seguir adelante. Ciertamente se vienen tiempos complicados, cuando las fuerzas empiecen a menguar y la falta de sueño y descanso pasen factura, cuando los medios dejen de mirar a las zonas afectadas. Cuando llegue ese tiempo necesitamos estar fuertes física y mentalmente.
Sólo hay una manzana
No podemos olvidar cuidarnos. Para ilustrar esto comparto una historia sobre dos familias a las que le quedaba sólo una manzana para comer; la primera familia dividió la fruta en cuatro porciones iguales y las comieron padres e hijos, la otra familia al ver esto les pareció mal pues dejaban a los pequeños con muy poco alimento, por lo que decidieron partir la manzana para sus hijos y los padres se quedaron sin comer…y así durante semanas. ¿qué pasó después?, los padres de la segunda familia no lograron sobrevivir y sus hijos quedaron abandonados y solos. Moraleja: No podemos olvidar repartir las manzanas entre todos, porque TODOS necesitamos alimento (físico y emocional) para sobrevivir. Nuestros hijos, nuestras familias nos necesitan a todos fuertes y vivos.
Lo mejor y lo peor
Poco a poco este estado alarma y rabia inicial irá dando paso a un estado diferente, el cansancio, el estrés sostenido durante tanto tiempo, la sensación de indefensión, y para colmo: el miedo a los pillos. Porque estas situaciones definitivamente sacan lo mejor y lo peor del ser humano. Como si fuera poco, también hay que defenderse de esos seres sin alma que intentan sacar partido de las desgracias. Gracias a los miles de héroes sin capa, voluntarios, jóvenes llenos de barro que con palas y escobas llevan un poco de esperanza y sonrisas ante tanto dolor.
Resiliencia. La vida sigue.
Tenemos que acompañar y ayudar a recuperar la ilusión y deseo de vivir plenamente a todos y desde luego a los más indefensos, a nuestros hijos, abuelos, personas con necesidades especiales. Con el tiempo y el esfuerzo, las heridas comienzan a sanar, hay soluciones que hoy ni siquiera nos planteamos, caminos que hoy parecen imposibles de transitar se abren y como ha sido siempre la vida se cuela por las rendijas y florece, sigue. Confía, cuídate, protégete, y ocúpate: es la mejor manera de prepararnos para los días que vienen. Todo pasa, todo.